Siempre me cayó bien, hasta que se fijó en él. Ella no le quitaba el ojo de encima. Yo la miraba como le observaba. Me robó sus sonrisas, sus palabras. Hacía que dejara de existir, me anulaba por completo y encima venía a hablarme siempre a mí. ¿No existía más gente a la que hablar? Sabía que la odiaba, y seguía viniéndome a hablar, como si nada. No la soportaba y tenía que seguir aguantando sus sonrisas falsas. Entre "jijis" y "jajas" apartaba la cara para no mostrarle mi repulsión. Seguí muchos días más aguantando su crueldad. Lo hacía tan sólo para fastidiarme, estaba segura. Cuando me hablaba de él, la sangre me hervía tanto. Siempre estaba mirándole, siempre. Hasta que cogí y se los arranqué de cuajo. No estaba celosa, sólo le mostré lo oscura que podía llegar a ser la vida.
Relato con el estilo de Max Aub, Crímenes Ejemplares. Abril 2008.
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